jueves, 18 de diciembre de 2008

Cómo crear un bonsái (III)

Tsugiki: bonsái con injerto
El injerto consiste en la mezcla de dos plantas de diferente especie para lograr que crezcan como una sola. Una de estas dos partes se convertirá en la zona aérea de la planta y recibirá el nombre de 'injerto'. Mientras que la otra, conformará la parte inferior y se denominará 'patrón'. Para que el injerto prospere, se emplearán plantas del mismo género. De este modo, se ha de seleccionar una planta con hojas pequeñas y crecimiento lento y otra con crecimiento rápido.

La mejor etapa del año para realizar esta operación es a principios de la primavera. Los dos mecanismos más empleados son el injerto inglés o de lengüeta y el injerto de costado.

El injerto inglés es apto para los esquejes de pequeño tamaño (de 0,5 a 1,5 cm). Los cortes que se realicen en el patrón deben ser idénticos a los del injerto. Se hace un corte de 3 a 6 cm y otro en sentido opuesto para permitir que encajen un injerto con otro. Se unen y se envuelven con rafia hasta que se hayan soldado.

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martes, 2 de diciembre de 2008

Cómo crear un bonsái (II)

Sashiki: bonsái con esqueje
Se trata de una técnica muy utilizada, ya que la mayor parte de los futuros bonsáis se reproducen así con facilidad. Es recomendable hacer uso de los esquejes de tallo para cultivar azaleas, enebros, arces, amarindos, camelias, etc.

Los esquejes de tallo se obtienen de los restos de la poda de la planta madre. Para su correcto desarrollo necesitan dos tipos de temperaturas. Una más cálida en la base para permitir la producción de raíces y una más fresca en la parte superior para limitar su crecimiento, no agotar sus reservas y evitar la pérdida de agua.

Hay cinco clases diferentes de esquejes que se clasifican según su madera y según la dureza de la misma. Según su madera los esquejes pueden ser de madera blanda y de madera verde. Los primeros, se corresponden con especies de hoja caduca y son los más rápidos en la generación de raíces. Por otro lado están los de madera verde, que se recortan a principios y a mediados de verano y necesitan un ambiente más controlado.

Dependiendo de la dureza de la madera, los hay de tres tipos. El primero de ellos es el de madera semidura, que es característico de las plantas de crecimiento lento. El segundo, el de madera madura, que se recorta en invierno. Y, el último, el de madera dura, que no requiere regulación ambiental.

Si se pretende conseguir un buen enraizamiento conviene plantar el esqueje el mismo día de su poda y que su longitud sea de 7 a 12 cm. Además, es importante que en la parte superior del tallo queden 2 ó 3 hojas. La tierra usada ha de ser muy porosa. Se deben emplear hormonas de enraizamiento y evitar la luz directa o excesiva.

Cuando se hayan plantado los esquejes se deben regar periódicamente y rociar con fungicida cada 7 días. Pasados tres meses, se puede usar algún tipo de fertilizante. Una vez alcancen una altura d e20 cm, se trasplantan a macetas individuales.

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viernes, 7 de noviembre de 2008

Cómo crear un bonsái

Crear un bonsái es un arte milenario. Las técnicas adecuadas para llevar a cabo la correcta transformación de una rama en un árbol en miniatura fueron desarrolladas por los japoneses. No se trata de métodos excesivamente complejos, pero es necesario tener un mínimo conocimiento de los mismos para poder realizar esta reconfortante tarea.

Existen diferentes estilos para llevar a cabo la creación de un bonsái. Sus normas y características dependen del tipo de base que se emplee a la hora de formar un árbol en miniatura. De este modo, los bonsáis se pueden obtener a partir de una semilla, un esqueje, un injerto, un acodo, una planta silvestre o una procedente de un vivero. Según el sistema seleccionado, los pasos a seguir serán más o menos complicados.

Misho: bonsái con semilla
Para crear un bonsái a partir de una semilla, se ha de comenzar por elegir la especie que se desea cultivar y por plantar ésta en una maceta. Cuando la planta comience a crecer se inicia su formación de acuerdo con el estilo que se quiera conseguir. Hay determinadas especies que resulta más adecuado propagar mediante este sistema para garantizar su supervivencia. Éste es el caso de pinos, abetos o robles.

El Misho es una técnica apropiada para el perfeccionista, puesto que la planta comienza a modelarse desde el principio, evitándose así cualquier fallo. Es imprescindible saber con seguridad que las semillas que se van a usar son de la última cosecha. En caso contrario, pueden haber perdido su capacidad de germinar.

Antes de introducir la semilla de una conífera en la tierra, conviene dejarla en remojo 24 horas. Las que queden suspendidas en la superficie del agua, se desecharán. Hay otras que deben ser rotas o rayadas a causa de su dureza. Este es el caso de los granos de acacia, robina, cytisius o laburnum. También hay algunas que requieren de la estratificación, es decir, exposición a bajas temperaturas. Para ello, se tienen que poner en agua fría de 12 a 14 horas, se escurren, se mezclan con serrín y turba y se guardan a temperaturas entre los 2 y los 7º durante unos dos meses.


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viernes, 3 de octubre de 2008

Elegir y plantar una conífera (II)

Cómo plantarlas
Es importante escoger un buen recipiente para coníferas. En él podrás cultivar varios ejemplares, si se trata de coníferas enanas, o uno solo si es un ejemplar normal. Ten siempre en cuenta que habrás de ubicar juntos a aquellos que requieran los mismos cuidados.

Sigue estos pasos:

1. Selecciona la maceta adecuada para el o los ejemplares que vayas a plantar.

2. Es necesario tapar los agujeros del drenaje del fondo. Puedes hacerlo con trozos de un tiesto roto.

3. Coloca la conífera, sin retirarla del tiesto original, para realizar las pruebas de cómo quedarán ubicadas.

4. A continuación retira los tiestos de plástico originarios y limpia la tierra pegada a las raíces.

5. Haz agujeros en la tierra de la maceta y coloca cada ejemplar.

6. Para finalizar, humedece la tierra y pon la maceta en semisombra.

7. Recuerda que habrás de cambiar la tierra más superficial todas las primaveras.

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jueves, 11 de septiembre de 2008

Elegir y plantar una conífera

Las coníferas no necesitan demasiados cuidados, por lo que es bastante habitual encontrarlas en un jardín. Existen algunas variedades conocidas como enanas que suelen utilizarse en lugar de arbustos de hojas anchas. Éstas, además, son muy recomendables para plantar en macetas, haciendo tanto de un jardín como de una terraza el lugar ideal.

Cuál elegir
En general son fáciles de cuidar cualquiera de las variedades, por lo que seleccionar una u otra para cultivar en maceta dependerá, sobre todo, del gusto de cada uno.

Por ejemplo, suele ser habitual encontrarse con el llamado ciprés de Lawson. Se trata de una especie de crecimiento muy lento, de follaje amarillo, que, con poco que se cuide, llega a formar un cono perfecto. Puede alcanzar una altura de 60 cm, por lo que podrás ubicarla en cualquier sitio sin problema.

El enebro compressa es otra de las coníferas enanas que más bonita puede resultar en una maceta. Es una verdadera miniatura, sólo alcanza una altura de 40 ó 50 cm. Forma un cono estrecho que se adapta bien a tiestos o jardineras.



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viernes, 15 de agosto de 2008

Las rosas también se oxidan (II)

Medidas preventivas
  • Antes de plantar un rosal, elige uno que sea resistente a la roya.
  • Nunca rocíes con agua las hojas de tu rosal de noche, porque si se asienta una capa de humedad durante varias horas, es muy probable que se forme esta plaga.
  • Planta rosas en áreas que reciban sol directo y permite que se aireen bien.
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viernes, 25 de julio de 2008

Las rosas también se oxidan

Entre las enfermedades que pueden atacar a tus rosales existe la roya, un hongo que afecta a diversas especies. Se asemeja a un tipo de herrumbre (óxido de hierro) por sus pústulas de color anaranjado, como polvillo sobre las hojas de las rosas y en los tallos.

Se trata de un organismo que se beneficia especialmente de las altas temperaturas y la humedad constante. Te damos algunos trucos para cuidar tu rosal y deshacerte de esta molesta plaga.

Soluciones para combatir la roya
Primero aparecen pústulas de color anaranjado, que luego se convierten en manchas.

  • La primavera y el otoño son las temporadas en las que suele aparecer este hongo.
  • Las temperaturas ideales para que crezca este hongo están entre los 19 y los 25º C. La humedad sostenida durante 2 ó 3 horas también ayuda a la proliferación de esta enfermedad.

Toma nota de las siguientes recomendaciones que te ofrecen los expertos de la Universidad de Iowa:

  • En cuanto veas una pústula anaranjada sobre las hojas o tallos de tu rosal, arráncalos de la planta.
  • Si podas cuidadosamente las ramas muertas, podrás detener el avance de la roya, facilitarás el movimiento del aire entre las hojas y les quitarás el exceso de humedad que favorece al hongo.
  • Cómo último recurso, rocía la planta con un funguicida de azufre o de triforine. Repite el tratamiento a intervalos de 7 a 14 días, mientras continúen las altas temperaturas y la humedad sea alta, favorable a este hongo.
  • En el otoño, arranca todas las hojas infectadas y bárrelas del jardín.
  • En invierno, aplica una dosis extra de azufre en aerosol, cuando tus rosales estén hibernando.

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viernes, 4 de julio de 2008

Cómo regar las orquídeas (III)

Cuando no regamos lo suficiente
A veces, al saber que estas orquídeas no necesitan mucha agua, un jardinero inexperto decide dejar que su planta se seque sin remedio. Como hemos dicho al principio, es fundamental que cuando reguemos lo hagamos de manera abundante. Otras personas creen que con rociar con un pulverizador es suficiente para hidratar a la orquídea, pero se equivocan.

Cuando la orquídea se ha marchitado, tendremos que comprobar el estado de sus raíces para asegurarnos de que se debe a falta de riego. Normalmente, cuando falta agua, estas plantas conservan sanas sus raíces, pero se marchita su flor. Otras veces, aunque la flor no esté mustia, las hojas se caen con facilidad o no acaban de desarrollarse del todo. Todos ellos son síntomas inequívocos de que la epífita se está secando.

Para solucionar el problema, tenemos que regarla más, como es obvio. Además, regaremos con mucha agua, asegurándonos que el líquido empapa bien la tierra y llega a la base de la maceta. Tendremos que dejar que se escurra bien el agua restante y nunca dejarla reposar en platos, ya que el exceso de humedad puede arruinar sus raíces.

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jueves, 19 de junio de 2008

Cómo regar las orquídeas (II)

El tipo de agua
Las orquídeas son flores que no toleran el riego con agua rica en minerales o muy clorada. Para que una orquidácea florezca con más vigor, tiene que regarse con agua destilada. También es frecuente recurrir a ablandadores de agua, pero no todos sirven para nutrir a estas plantas.

Generalmente los ablandadores que se pueden utilizar son los que funcionan mediante intercambio de iones. Las aguas ablandadas con sodio son peligrosas para la salud de nuestra orquídea, porque, aunque aparentemente crezca, en unos meses se irá echando a perder.

Cómo salvar a una orquídea ahogada
Muchas veces, cuando vemos a la planta marchitarse, pensamos que se debe a la falta de agua, pero normalmente suele ser por lo contrario. Sacaremos con cuidado la flor de la maceta y veremos si las raíces están ennegrecidas, granulosas o deshechas. Éstos son signos inequívocos de un exceso de riego. No olvidemos una máxima: si tenemos dudas de la conveniencia o no de regar, lo mejor es no hacerlo.

Para salvar a una orquídea ahogada por los excesos en el riego, tendremos que trasplantarla a otra maceta, con tierra nueva. Eliminaremos con un cuchillo las raíces que han muerto y desinfectaremos las partes de la planta atacadas por hongos. La cambiaremos de maceta con sustrato más grueso que facilite la absorción de agua sobrante de las raíces. Con algún palo o pieza de madera que tengamos a mano, clavada en la tierra, conseguiremos que la orquídea se agarre y reinicie su proceso de desarrollo.

Recuerda que las orquídeas epífitas no tienen grandes raíces, así que, si le quedan pocas sanas, se puede introducir la flor en una bolsa de plástico transparente y dejarla en un sitio donde haya luz (aunque nunca rayos de sol directos). La planta dentro de la bolsa no perderá humedad y conseguirá desarrollar nuevas raíces. A continuación pondremos la planta sobre una bandeja de agua.

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viernes, 16 de mayo de 2008

Cómo regar las orquídeas

Una de las flores más apreciadas en el mundo de la jardinería es la orquídea. Sus formas voluptuosas y colores intensos hacen de esta planta la opción perfecta para regalar flores y adornar el jardín o el interior de una casa. Pertenecientes a la familia Orchidaceae y del tipo monocotiledónea, las orquídeas cuentan en su haber con más de 17.000 especies en todo el mundo.

Sus flores son muy vistosas y llamativas. De hecho, las orquídeas son una de las más cultivadas en la industria de la floristería y jardinería. Aunque predominan en climas ecuatoriales, las orquídeas también viven en lugares más templados. Estas plantas pueden desarrollarse en el suelo, aunque también crecen sobre ramas de árboles o en rocas, en cuyo caso sus raíces se desarrollan dentro de materia orgánica o en el aire, obteniendo el agua de un tejido acumulador que se denomina velo.

Una de las primeras lecciones que debemos aprender a la hora de cultivar orquídeas es el riego. Estas flores son tan bellas como delicadas, por eso, antes de plantar esta variedad debemos aprender cómo se le administra adecuadamente el agua.

Las primeras normas a tener en cuenta
Es muy difícil ofrecer pautas generales para regar estas flores, ya que el agua que tenemos que administrar depende de muchos factores, entre ellos, la variedad de la flor, su tamaño, el ambiente donde se encuentra, su grado de desarrollo, entre otros condicionantes. Un buen método es analizar las hojas y las raíces. Por regla general, las orquídeas epífitas, es decir, aquellas que viven sobre otras especies vegetales (ramas de árboles normalmente), suelen soportar mejor la carencia de riego que el exceso del mismo.

Lo primero que debemos saber es que, si están en maceta, nos olvidaremos del plato que se suele poner debajo del tiesto. Nunca mantendremos la base de la maceta en contacto con agua. Y nunca utilizaremos agua fría o caliente para regar, siempre agua templada o del tiempo.

Asimismo, nos informaremos bien del tipo de orquídea que tenemos, porque existen especies en las que es mejor que la tierra no se llegue a secar completamente entre riego y riego.

En verano regaremos dos o tres veces a la semana, mientras que si estamos en invierno, lo mejor es proceder al riego una vez a la semana. Siempre lo haremos por la mañana. Regaremos preferiblemente con agua abundante y pocas veces, mejor que en muchas ocasiones y con poco agua, ya que de este modo podemos pudrir nuestra orquídea.

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viernes, 11 de abril de 2008

El poto, una trepadora para el interior (II)

Los cuidados adecuados
Para que el vegetal tenga un desarrollo óptimo es imprescindible la luminosidad, aunque no es recomendable exponerlo al sol directo, ya que las hojas perderían parte de su intenso color verde. Aunque el riego moderado es necesario, el exceso de agua y los encharcamientos no son apropiados para el poto: las hojas adquieren un tono amarillento y pueden llegar a pudrirse.

Su salud será inmejorable si abonamos el sustrato durante el verano, para evitar la falta de minerales que provocarían enfermedades como la clorosis férrica. Además, las hojas lucirán todo su esplendor si limpiamos las hojas con un paño humedecido y si vaporizamos ligeramente. Para evitar que el crecimiento del follaje disminuya, podaremos regularmente los tallos.


Atento a su salud
Aunque las plagas no suelen ser un problema para el poto, en ocasiones aparecen orugas o lombrices, que causarán agujeros en la superficie de las hojas, cochinillas, que las deforman y se combaten con alcohol o insecticidas, ácaros, que eliminaremos con acaricidas o rociando agua, y trips, a los que aplicaremos productos químicos específicos.

Las enfermedades son más comunes en estos ejemplares de interior. Entre ellas destaca la clorosis férrica, una deficiencia en los niveles de hierro del sustrato que solucionaremos con abonos ricos en este mineral y regando de vez en cuando con agua de lluvia. Además, también le afectan el pynthium, una clase de hongo que provoca la putrefacción de la planta y erwinia, una bacteria que aparece por un aporte excesivo de abono o por la exposición a bajas temperaturas.

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viernes, 28 de marzo de 2008

El poto, una trepadora para el interior

A la hora de crear un ambiente acogedor en el hogar, los elementos vegetales son uno de los recursos fundamentales. Tallos cortados, arreglos con flores secas y, cómo no, todo tipo de plantas de interior nos ayudarán a crear un estilo propio en recibidores o salones. Entre las más populares encontramos el poto, del género epipremmum, que pertenece a la familia de las aráceas.

Si lo que buscamos es un ejemplar que no requiera excesivos cuidados, esta liana trepadora originaria de zonas tropicales de Asia y el Pacífico es una opción segura. Además, posee una alta resistencia a periodos de sequía y a la contaminación. Sus decorativas hojas de color verde con pequeñas manchas blancas o amarillas llenarán cualquier rincón en poco tiempo, gracias a su rápido crecimiento: puede alcanzar los 40 cm. en un solo año.

Un fácil cultivo
La reproducción de cualquiera de las variedades de poto, entre las que destacan la aureum y la pinnatum, se realiza en primavera, mediante esquejes. Para ello, cortaremos de la planta madre un tallo con nudo y varias hojas. A continuación, lo plantaremos en un recipiente, en un sustrato permeable preparado con mantillo, arena y turba.

Una opción más sencilla es introducir el esqueje en agua. La raíz aparecerá en unas tres semanas y ya podremos cultivarlo en la maceta. Cuando crezca, necesitará mayor espacio para desarrollarse; aunque no es necesario trasplantarlo anualmente, conviene realizarlo cada dos años, siempre en primavera. Asimismo, si colocamos un soporte alargado en el recipiente, los tallos irán trepando a medida que ganan altura.

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jueves, 13 de marzo de 2008

El desarrollo de un bosque tropical (II)

Diversidad de flora
Sin duda, el bosque tropical es el ecosistema que posee mayor diversidad de plantas. De hecho, muchos científicos aseguran que en el Amazonas es posible encontrar todavía especies de flora desconocidas o poco estudiadas. Miles de árboles cubren los trópicos, cada vez más erosionados por la mano del hombre.

De todos los biomas, éste es el que tiene mayor diversidad de plantas. Hay miles de especies de árboles y es posible encontrar algunos centenares de ellas en superficies relativamente pequeñas. Las palmeras se identifican fácilmente con los climas tropicales, sin embargo, son más propias de temperaturas especialmente cálidas, y resisten la ausencia de agua durante periodos prolongados.

Las gimnospermas son raras en estos lugares, excepto las cycas. Las monocotiledóneas y helechos proporcionan numerosas variedades, muchas de ellas arborescentes. Existen muchas familias de árboles, algunas de ellas únicas en este tipo de climas: leguminosas, caparidáceas. piperáceas, ficus y moreras, melidáceas (aglaias, melias, carapas), anonáceas, laureles, anacardos, verbenas, myrtacéas (como eucaliptos), entre otras variedades.

Las orquídeas y ciertas herbáceas son plantas típicamente tropicales, distribuidas por todos los continentes. Las lianas y enredaderas se encuentra principalmente en las familias vitáceas, leguminosas, passifloráceas, convolvuláceas y cucurbitáceas.

La ley de Darwin
Tal y como descubrió Darwin con la selección natural, aquellas especies que no se adaptan al medio, desaparecen. Y en la jungla esa máxima se muestra en su más cruda faceta. La competencia por la luz hace que los árboles tengan la capacidad de pelear por un pequeño rayo de sol: se quedan en una especie de letargo bajo el dosel vegetal, hasta que aparece un poco de luz, que es cuando crecen hacia el cielo para aprovechar el escaso sol al que pueden aspirar.

Las lianas y enredaderas crecen hacia arriba para absorber luz, mientras que las hojas de los árboles que reciben más luz son más duras y resistentes a la fuerza del sol en estas alturas. Otras plantas cambian la orientación de sus hojas para no recibir los rayos del sol directamente.

Los hongos del suelo se asocian en las raíces, de forma que se conectan directamente y aprovechan de un modo más eficiente el humus del suelo. Los animales son los que se encargan de la polinización.

Hoy en día, los bosques tropicales están en serio peligro, no sólo por la caza furtiva de ejemplares autóctonos, también por la deforestación, ya que en estos lugares existe madera de calidad en cantidades ingentes. La presión demográfica también obliga a muchos países a destruir bosques con el fin de generar campos de cultivo o de explotación ganadera. La erosión y la contaminación de los ríos ecuatoriales son otros dos problemas que se suman a la crisis que vive el Trópico.

Estos bosques constituyen el 'pulmón' del planeta. Su riqueza y diversidad biológica son esenciales para mantener el equilibro en la Tierra, de ahí la necesidad de conocer y proteger estos exuberantes ecosistemas.

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martes, 4 de marzo de 2008

El desarrollo de un bosque tropical

Los bosques tropicales son uno de los ecosistemas más complejos que existen, de ahí que reproducir en el jardín las mismas condiciones que se dan en estos lugares sea una tarea difícil, aunque no imposible. Los trópicos se caracterizan por tener ambientes muy húmedos que se derivan de las fuertes precipitaciones y del calor sofocante. Estos entornos naturales están formados por un dosel de ramas entrelazadas donde emergen árboles altos que buscan los rayos del sol.

La humedad es la clave para mantener en perfectas condiciones un jardín tropical, por eso, a no ser que el clima sea húmedo y caluroso, será muy difícil configurar este tipo de jardín en el exterior. A menudo se recurre a invernaderos para poder reproducir las condiciones de los climas tropicales: es el caso, por ejemplo, del bello jardín tropical que acoge la madrileña estación de Atocha.

Aunque en los climas tropicales las precipitaciones son estacionales, apenas hay sensación de sequedad. Por eso, estos jardines requieren agua de manera abundante, sin llegar a encharcar la tierra. Para favorecer la transpiración es importante que el agua rocíe las plantas y sus hojas.

Suelos y plantas
Los suelos de las regiones ecuatoriales quedan condicionados por el alto índice de lluvias. Los perfiles del suelo son profundos y el terreno es ácido, rico en aluminio y óxidos de hierro, lo que le otorga cierto tono rojizo.

Bajo ciertas condiciones de lluvia, el hierro se concentra, endureciendo parte de la tierra, y haciéndose impenetrable por las raíces. La mayoría de los nutrientes y materiales orgánicos quedan en la parte más epidérmica del suelo, debido a que la descomposición es muy rápida. Esa gran actividad biológica hace que quede poca hojarasca sobre el suelo, ya que todo se recicla rápidamente. También es muy veloz el crecimiento de los árboles en las zonas tropicales.

Los bosques tropicales tienes aproximadamente cinco niveles de vegetación: emergentes, que son los que reciben la luz directa del sol, un dosel superior y un dosel inferior, el sotobosque y, por último, la zona más próxima al suelo, donde crecen arbustos y hierbas.

La mayoría de las especies de plantas son siempre verdes, sus hojas son elípticas y, con frecuencia, poseen una punta alargada, con punta de goteo, para evitar que las lluvias torrenciales se arruinen la planta. Las hojas suelen ser muy grandes, para recibir la mayor cantidad de luz posible.

Los troncos de los árboles tienden a ser de color claro, rectos y verticales, con una corteza lisa y llena de líquenes. Las plantas epífitas, que se desarrollan encima de otras, y trepadoras, tales como las lianas, proliferan en los altos árboles. Todas las plantas luchan en el bosque ecuatorial por arañarle al cielo unos ligeros rayos de sol.

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viernes, 15 de febrero de 2008

Las plantas de interior

El frío va llegando poco a poco y no queremos renunciar al placer de tener con nosotros nuestras plantas, que durante todo el verano nos han alegrado la vida y a las que hemos cuidado con mimo y colmado de atenciones. Pensamos que bien podríamos disfrutas de ellas aunque venga el frío, pues ahí están las plantas de 'interior'. No existen plantas de interior auténticas, en su estado natural, puesto que todas viven al aire libre. Unas a pleno sol, otras en semi-sombra y otras en sitios de sombra; en climas fríos, en trópicos o en climas suaves, pero todas al aire libre.

Las plantas se pueden aclimatar adaptándose a un ambiente distinto del suyo, pero no pueden adaptarse a un ambiente de aire enrarecido o escaso, por lo tanto, se puede decir que no existe ninguna planta de interior propiamente dicha. Este cultivo es difícil de conseguir con éxito, pues las plantas se encuentran fuera de su hábitat natural. Existen algunas variedades que durante su reposo vegetativo pueden permanecer sin peligro varios meses seguidos dentro de una habitación. Estas son las que en jardinería se llaman plantas de interior.

Facilidad de cultivo
Las mejores plantas de interior son las que proceden de climas subtropicales, de lento desarrollo, con largos periodos de reposo y sin necesidad de sol directo ni de mucha luz. Son plantas que evaporan poca agua, aún así debemos tenerlas en una habitación con muy buenas condiciones de clima, humedad. aire y luz esa es la manera de que las plantas resistan.

Hasta aquí lo tenemos claro: que las plantas para vivir y desarrollarse necesitan un clima adecuado de humedad, luz y calor moderado y que si bien pueden pasar con nosotros una parte del año, todas, todas prefieren pasar un tiempo (en cuanto llega el buen clima) al aire libre, pero nunca debemos sacarlas al exterior antes de que tengamos asegurado el buen tiempo, es decir que no habrá bruscos cambios de temperatura, no mantenerlas expuestas directamente al sol, ya que al estar en el interior ya han perdido la costumbre.

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jueves, 7 de febrero de 2008

Jacinto, la flor de la constancia (II)

Floración
Cuando las hojas se abren, podemos observar como emerge del centro un racimo de flores, que encontrará su máximo esplendor en el mes de marzo. Las flores se conservarán durante dos semanas, a lo sumo tres. Con el calor, las flores se marchitan, así que pueden durar menos con altas temperaturas o si se cultiva en el interior.

Normalmente, tras las primeras flores, viene una segunda inflorescencia menos espectacular. Para ayudar a la planta, tendremos que cortar todo lo que se pueda cuando haya pasado la primera inflorescencia.

Multiplicación
Para reproducir los jacintos, las semillas es un proceso lento e inseguro. Los bulbos son la mejor opción y se pueden comprar en otoño fácilmente en cualquier vivero, con brotes o sin ellos. No obstante, los mismos jacintos producen pequeños bulbos que nos pueden servir para cultivar nuevas plantas.

Para forzar a los bulbos a generar bulbillos podemos recurrir a dos técnicas:

Se corta la base del bulbo, justo de la parte donde salen las raíces, de manera que todas las hojas del bulbo se hayan cortado. Se aplica fungicida y se deja el bulbo en una zona fresca y ventilada hasta que se formen en el corte los pequeños bulbos. En octubre se planta el bulbo-madre y se cubre con sustrato cada uno de los bulbos-hijo. En verano podremos sacarlos de la tierra y separar los bulbos.

Otra alternativa más sencilla es hacer en la base del bulbo dos cortes en cruz poco profundos. Si se deja en un sitio seco hasta que se abran los cortes. Al trasladar el bulbo a un lugar ventilado y oscuro, se desarrollarán los bulbillos en esos mismos cortes. as cortes se abran. Luego se deja en una habitación oscura y fresca hasta que se desarrollen bulbillos, que se pueden sembrar en otoño.

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