Sashiki: bonsái con esqueje
Se trata de una técnica muy utilizada, ya que la mayor parte de los futuros bonsáis se reproducen así con facilidad. Es recomendable hacer uso de los esquejes de tallo para cultivar azaleas, enebros, arces, amarindos, camelias, etc.
Los esquejes de tallo se obtienen de los restos de la poda de la planta madre. Para su correcto desarrollo necesitan dos tipos de temperaturas. Una más cálida en la base para permitir la producción de raíces y una más fresca en la parte superior para limitar su crecimiento, no agotar sus reservas y evitar la pérdida de agua.
Hay cinco clases diferentes de esquejes que se clasifican según su madera y según la dureza de la misma. Según su madera los esquejes pueden ser de madera blanda y de madera verde. Los primeros, se corresponden con especies de hoja caduca y son los más rápidos en la generación de raíces. Por otro lado están los de madera verde, que se recortan a principios y a mediados de verano y necesitan un ambiente más controlado.
Dependiendo de la dureza de la madera, los hay de tres tipos. El primero de ellos es el de madera semidura, que es característico de las plantas de crecimiento lento. El segundo, el de madera madura, que se recorta en invierno. Y, el último, el de madera dura, que no requiere regulación ambiental.
Si se pretende conseguir un buen enraizamiento conviene plantar el esqueje el mismo día de su poda y que su longitud sea de 7 a 12 cm. Además, es importante que en la parte superior del tallo queden 2 ó 3 hojas. La tierra usada ha de ser muy porosa. Se deben emplear hormonas de enraizamiento y evitar la luz directa o excesiva.
Cuando se hayan plantado los esquejes se deben regar periódicamente y rociar con fungicida cada 7 días. Pasados tres meses, se puede usar algún tipo de fertilizante. Una vez alcancen una altura d e20 cm, se trasplantan a macetas individuales.
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