jueves, 30 de abril de 2009

La pradera: alternativa al césped (III)

Completa todo el ciclo anual
Una pradera que no cambia su aspecto en ninguna estación es lo más parecido a una planta artificial. Lo mas bello de los seres vivos es su capacidad de crecimiento, cambio y reproducción. Si congelamos los ciclos naturales, por ejemplo en un campo de fútbol o de golf, que debe mantenerse verde porque el juego así lo requiere, lo aceptamos, pero teniendo en cuenta que perdemos gran parte de la belleza de un prado: su naturalidad.

La pradera consume diez veces menos de agua que un césped. Mientras que éste necesita 30 minutos de riego, distribuidos en dos veces al día; la pradera sólo necesita de 3 a 5 minutos una vez al día. La diferencia de consumo es tan grande como la estética, ya que las flores silvestres necesitan muy poco consumo de agua, menor frecuencia de corte, atraen las mariposas y facilitan la polinización de otras especies vegetales. Al sembrar una pradera estás ayudando a preservar ciertas especies que están siendo casi erradicadas de su hábitat natural por causa del desarrollo urbano.

Plantación en otoño
La mejor época para sembrar una pradera es de septiembre a noviembre, siendo el mes óptimo octubre. Secundariamente se puede hacer en primavera, pero sólo en los meses de marzo y abril, aunque, si es posible, lo realizaremos siempre en otoño.

La pradera constituye una manera ideal de contar en nuestro jardín con un manto verde, que, al contrario que el césped, está vivo y en constante evolución, siguiendo los ritmos naturales de los cambios de estaciones.

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