Cuidados que debemos prestarle
No es una planta demasiado delicada, por lo que con unas atenciones básicas podremos aprovechar la vistosidad de sus flores por largos periodos de tiempo.
Debemos situar nuestra maceta en un lugar bien iluminado, aunque nunca dejar que los rayos de sol incidan directamente sobre la planta. La temperatura a la que mejor se encuentran oscila entre los 18 y los 20 ºC, resiste las bajas, sin que desciendan más de los 8 ó 10 ºC. Aunque está destinada principalmente para interiores, con la llegada del buen tiempo se puede sacar a balcones y terrazas, protegiéndolas del viento y de la lluvia.
El ambiente en el que se sitúe debe ser húmedo, aunque no por ello debemos pulverizarla, ya que las hojas vellosas deben mantenerse secas si no queremos causarles daños. Los riegos se hacen por la parte baja del tallo, dos o tres veces por semana, en periodo de floración, para que la tierra se mantenga siempre mojada. Después de este momento, la frecuencia se reducirá hasta que el follaje se seque por completo. Durante el invierno, el tubérculo permanecerá en reposo seco sobre la misma maceta, a una temperatura de 15 ºC aproximadamente.
La gloxinia se puede propagar mediante semillas, durante febrero y marzo o por las hojas colocadas en contacto con la tierra y el pecíolo enterrado, en los meses de verano. Aún así, la forma más común de multiplicación es la de fraccionar el tubérculo subterráneo una vez que éste entra en periodo de descanso.
El sustrato en el que la plantemos será neutro, alcalino o ligeramente calizo, fresco y con un contenido medio en nutrientes. Se abonará de forma quincenal, disminuyendo la frecuencia cuando la planta está en reposo.
El momento ideal para plantarla será a principios de primavera. No florecerá hasta la llegada del verano, aunque se mantendrá muy vistosa hasta que lleguen los fríos invernales, momento en el que haremos el trasplante a otra maceta.
Las plagas más habituales con las que nos podemos encontrar si tenemos esta especie son las de pulgones y las de trips que darán lugar a manchas de color pardo-rojizo y un brillo plateado que las caracteriza. Se puede remediar usando un fertilizante de solubilidad lenta cada 3 ó 6 meses.
Si después de esto te han entrado ganas de hacerte con esta vistosa planta, te aconsejamos que des preferencia a las que ya tienen capullos, de esta forma el éxito está asegurado.







Sus flores suelen ser de pequeño tamaño, unisexuales y crecen en inflorescencia, pero en ocasiones están rodeadas de unas brácteas de vivos colores, es el caso de la euphrbia milii o espina de Cristo. Gracias a este ornamento, son muy apreciadas como planta de invernadero. Esta especie es una de las más conocidas dentro de esta familia. 

Los árboles son los principales responsables de aportar altura a un jardín. Pero no olvides que los árboles son elementos vivos, que se desarrollan y que en ocasiones crecen, muy por encima de tus perspectivas.
Una vez que se ha plantado un árbol debe existir un compromiso de respeto que corre el riesgo de perderse en caso de que llegue a invadir zonas no deseadas. Es cuando surgen los problemas y se hacen necesarias las podas deformadoras del porte y de la estructura del árbol. También puede ocurrir simplemente que se plante un árbol en un jardín pequeño y que con los años adquiera un tamaño desproporcionado con el espacio existente. En este tipo de situaciones, conviene elegir árboles de poco desarrollo o de porte columnar, que posean una circunferencia de copa estrecha. Para conseguir el efecto de un árbol en espacios pequeños, sin preocuparse por el desarrollo futuro, puede ser una buena idea tratar un arbusto podándole las ramas bajas y dándole cierta forma a la copa.
Algunas especies de árboles no dan demasiados problemas con su desarrollo externo, pero sí con el interno (las raíces). Esto es lo que ocurre sobre todo con los sauces y chopos, que deben plantarse a una distancia de seguridad respetable de los edificios y de los sistemas de drenaje. Sus raíces son potentes y ávidas de agua, por lo que hay que tener cuidado con su ubicación. Además, en suelos arcillosos y en épocas de sequía pueden provocar que se contraiga el suelo, al absorber el agua existente en él. En situaciones, pueden producir serios problemas en las cimentaciones.